Para las hijas de diana (las brujas), depositarias de los secretos de los ritos paganos de la fertilidad, era imposible ceñirse a las estrictas reglas morales impuestas por la iglesia. Renunciar a un don de la naturaleza que les permitía gozar, como el sexo, era simplemente incomprensible.
La señora Gena asegura que sus extraordinarios poderes de videncia solo afloran durante el uso de este singular artilugio que ha sido ideado y hecho por ella misma.
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