Nada es casual, y un dibujo en la piel, no es sólo un dibujo, conlleva una carga energética que nos puede afectar para bien o para mal, todo depende del tatuaje y del lugar dónde lo vayamos a poner.
Los tatuajes son tan antiguos como la humanidad, esto no es nuevo, y muchas culturas los han utilizado como una evolución de su espiritualidad, por ejemplo los monjes budistas, los utilizan para obtener más fuerza espiritual y protección divina.
Hoy en día se usan sólo por estética, para plasmar algún recuerdo o identificarse con una ideología, hay que estar muy seguros de lo que queremos plasmar, pues un tatuaje siempre es un compromiso y puede alterar el mapa de energía sutil que abastece nuestros cuerpos, bloqueando nuestros chakras y produciendo alteraciones físicas o energéticas o atrayendo a nosotros situaciones que en el fondo no deseamos, es un arte maravilloso pero utilicémoslo con precaución y sabiduría para nuestro propio beneficio.
La vibración que produce el tatuaje atrae energías afines a él, creando una especie de «contrato» «apego» con estas que puede condicionar tu vida en algún aspecto, y alterar el flujo natural de energía de cualquiera de nuestros cuerpos, físicos, astrales o mentales
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