En 1702 un asesino convicto de nombre Thomas Busby estaba a punto de ser ahorcado por los crímenes que había cometido. Su último deseo fue que le sirvieran su ultima comida en su pub favorito. Termino de comer, se levanto y dijo: “Que la muerte repentina le venga a todo aquel que se atreva a sentarse en esta silla”.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los pilotos de una base cercana frecuentaban ese pub, y se dieron cuenta de que los soldados que se sentaban en esa silla nunca volvían de la guerra.
En 1967, dos pilotos de la Fuerza Aérea Real que se sentaron en la silla, tuvieron un accidente mortal después de salir del pub. 1970 un albañil probo la silla, murió esa misma tarde cayendo al vacío en su lugar de trabajo. Un año después un escayolista que se sentó en la silla murió después, se desprendió el techo donde trabajaba. Una señora que limpiaba el pub, tropezó y se sentó en la silla, murió poco después de un tumor cerebral.
El dueño del bar movió esa dichosa silla al sótano. Por desgracia, un repartidor quiso tomarse un descanso mientras descargaba unas cajas en la silla, murió de un accidente de coche ese mismo día.
Finalmente, el dueño del pub dono la silla al museo local 1972. En el museo la silla esta expuesta colgada a 5 metros, así nadie puede sentar en ella por error. Nadie mas se ha sentado en ella desde entonces.
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