febrero 17, 2025
Madrid, España
Amuletos Brujería Videntes

La leyenda de la Mulata.

Se cuenta que, en la época mas negra de la Santa Inquisición, donde la mayoría de las mujeres eran acusadas de brujería o de prácticas que iban en contra de la fe cristiana en una ciudad de México vivía una mujer muy bella, de piel morena siendo hija de un español y madre nigeriana, sin tener más familiares reconocidos en aquella época.
En aquel entonces sin tener ningún conocimiento sobre herbolaria comenzó a curar a los campesinos de diferentes enfermedades o dolencias tan solo con las flores que recogía en el campo, aparte de todas las enfermedades que era capaz de curar también era muy conocida en la comunidad por predecir las tormentas y realizar algunos hechizos de manera clandestina.
Con el tiempo la comunidad y sus alrededores empezaron a sospechar de su inmensa belleza, de la gran facilidad para curar a los enfermos y sobre todo de su soltería a pesar de que muchos caballeros la intentaban cortejar desde el mas pobre al mas rico. En la comunidad se empezó a escuchar un rumor de que la Mulata como era conocida, podría ser la amante del diablo, la razón por la que curaba enfermedades además de mantener su belleza sin envejecer.
En la comunidad se escuchaba que por la noche si pasabas cerca de su casa se podía oír, voces, llantos seguidos de lamentos, palabras en otro idioma y que muchas personas eran capaz de verla en dos lugares al mismo tiempo, pero diferentes. Todos estos rumores llegaron al Tribunal del Santo Oficio, donde decidieron apresarla en el puerto de Vera cruz donde mas tarde y ya con la acusación de practicar brujería, fue encerrada en el

Castillo de San Juan de Ulúa.

Los carceleros que custodiaban a la joven Mulata, decían qué por las noches en vez de rezar y pedir perdón por lo sucedido, se dedicaba a dibujar las paredes de la celda. Siendo uno de los dibujos más vistosos, el de un velero de hermosas y grandes velas blancas navegando por el mar. Todos estaban sorprendidos por el dibujo tan bien elaborado por la mulata, incluso a simple vista se podía percibir como si fuese un velero de verdad y no un simple dibujo en una pared.
La joven chica le hacia gracia que el carcelero estuviese tan sorprendido por el dibujo de ella, que se armó de valor y le pregunto al hombre que es lo que le faltaba al dibujo, a lo que el hombre respondió solo le falta navegar, ante aquella respuesta la Mulata en un instante se subió al velero y se puso a navegar mientras desaparecía por una esquina de la celda del Castillo.

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